lunes, 20 de octubre de 2008

Siguiendo el hilo

Siguiendo el hilo temático comenzado a ayer, voy a seguir hablando de mi pelo.
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Y esta vez les voy a pedir un favor. Si alguno ve al tipo de la publicidad del Ford Focus, ese que puede "hacer que cambies una cosa de tu vida" y le pone pelo a Martín, diganlé que se pegue un vuelta por mi casa.
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A mi el Focus nuevo como que mucho no me cabe, pero un poco mas de pelo me vendría re bien.
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domingo, 19 de octubre de 2008

Fidelidad

Una de las relaciones sociales de mayor antiguedad en mi vida es con mi peluquero. A veces me gusta como me deja el pelo pero otras veces no tanto.
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Muchas veces pienso que debería cambiar de peluquero. Pero se que cuando cambie, hay mucho riesgo de que no me guste el corte y quiera volver al actual. Y si que entonces no podría hacerlo, me invadiría una sensación de engaño, de traición.
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miércoles, 15 de octubre de 2008

Edad de inimputabilidad

Hace poco tuve un altercado que me llevó a pensar en el siguiente asunto: ¿A qué edad una persona pasa a ser inimputable por ser anciana? ¿A que edad una hija de puta se convierte en una pobre vieja? ¿Existe realmente ese punto o todo es relativo y depende de la senilidad de la persona en cuestión?
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Todo esto bien a cuenta de que hace un par de semanas, cuando todavía mis días transcurrían en las atestadas calles de Buenos Aires, fui al cine y tuve una discusión con una señora / vieja chota. El altercado se originó porque la mujer en cuestión y su marido ocupaban los asientos que nos correspondían a mi y a mi novia. Le pedí a los señores que me cedieran mis asientos, con toda la cordialidad y educación que me caracteriza.
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El viejo, todo un pollerudo, no dijo nada mientras la vieja me contestaba en muy malos terminos que estaba todo el cine vacio, que me buscara otros asientos. Entonces, me armé de paciencia y le expliqué que los asientos eran numerados. Pero ella insistía. Entonces le comenté que si yo me sentaba en cualquier lado después me iban correr a mi y no quería pasar toda la película de mudanza en mudanza.
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La vieja empezó a tirarme respuestas irónicas mientras el viejo intentaba calmarla e intentaba hacerle entender que yo tenía razón. Mientras tanto, Vicky me pedía calma porque notaba que yo ya quería ponerle mi balde super-extra-jumbo de pochoclo como sombrero a la señora.
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Justo cuando la cosa se estaba poniendo dura, la vieja se dió por vencida ante mi insistencia y se retiró a pedido del marido, que mientras me pedía que le leyera las entradas para ver cual era su lugar. La vieja, mientras tanto, seguía con su ironía, y yo, saboreaba victorioso mis pochoclos.
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viernes, 10 de octubre de 2008

Postales de Río Gallegos

Les dejo para que disfruten una serie de reflexiones, ideas, conclusiones, quejas y demás, que me ha dejado mi estadio en el sur.
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De movida el viaje arrancó mal. Cuando llegué a Ezeiza (por cierto, me podrían haber sacado un vuelo que saliera de Aeroparque) fui al baño y se me rompió el cierre del pantalón. Una boludez pensaran ustedes, pero fue mas complicado de lo que parecía. Había que cambiarlo y yo, obviamente, no sabía como hacerlo ni contaban con los elementos necesarios. Busqué un lugar donde cambiaran, cosa que no tardo mucho porque los negocios no abarcan más que tres cuadras. El problema es que los tipos abrían más tarde de lo que yo entraba a trabajar y cerraban más temprano. Para colmo, cerraban al medio día para almorzar, y no una horita, sino bastante más. Como consecuencia de esto, me tuve que arreglar con un solo traje los cuatro días. El problema sobrevino porque algunas de las camisas y corbatas disponibles no combinaban con el traje negro. Así que hubo que repetir alguna camisa y/o corbata para salir del paso.
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Y para seguir en racha, el vuelo salió con demora. Aunque teniendo en cuenta que fuimos por Aerolíneas y teniendo en cuenta los antecedentes recientes, tenemos que dar gracias de que haya salido. Y no fue demasiado, unos treinta minutos, pero con el sueño que yo tenía producto de haberme levantado a las dos de la mañana y el malhumor por el cierre roto, por un momento me sentí Tom Hanks en la película esa en la cual quedaba varado en el aeropuerto y de la cual no logro recordar el nombre. Para colmo, el boludo que se me sentó al lado en el avión jamás se quedó quieto, y me pateó como catorce veces en todo el vuelo.
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Y que decirles de la ciudad (bah, pueblito, pero a ellos les gusta decir ciudad). Río Gallegos es una ciudad horrible. Y cuando digo horrible, sepan que exagero. No tiene absolutamente nada a favor. El paisaje no dice nada, la ciudad menos. Hasta el riacho que tienen ahí y el paseo costero que hicieron es feo. Digan que por ahí hay bastante petróleo, sino tranquilamente se la tendríamos que dejar a los chilenos, que pobres, se están hundiendo en el pacífico.
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Y hablando de petróleo, el oro negro y los empleos que este genera, es lo que marca el pulso por aquellas latitudes. Y los precios de los comercios van atados a los sueldos de los petroleros. Los que labura en la industria petrolera y sus derivados ganan muy bien según dicen todos por allá. Y el que, se caga de hambre. Lo caro que está todo por dios. Menos mal que me pagaba todo el estudio porque sino creo que hubiese tenido que cenar día por medio.
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Y así como vengo, atando tema con tema, la cena es otro punto crucial en este viaje. Resulta que por el convenio entre el banco y el estudio, una de las dos comidas debía ser en el hotel. Y la comida no era mala, pero lo que demoraban. Y no me vengan con que en el interior hay otro ritmo de vida y todo eso. No pueden tardar quince minutos para traerte la carta, otros quince para tomarte el pedido y cuarenta y cinco para traerte la comida. Una locura. Al final pasaba más tiempo del día en el restaurante que en el banco.
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Y hablando del hotel, la habitación también tenía sus perlitas. Para comenzar, el lavatorio estaba afuera del baño, cosa que había visto bastante en telos pero poco en hoteles (¿será porque fui mas telos que a hoteles?). La cuestión es práctica a veces porque uno puede usar el lavatorio o el espejo mientras el baño está ocupado, pero esto no tenía demasiado sentido siendo que se trataba de una habitación individual. Pero lo que no tarde mucho en descubrir era que no siempre había sido individual, sino que escondía un pasado como habitación doble, cuando al intentar prender las lámparas que hacían las veces de velador, noté que la tecla estaba como a un metro de mi cama y había otra, a igual distancia, al otro lado.
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Pero no todo era malo en el hotel. Amé el desayuno. No hay nada más dañino para el estado anímico de una persona que tener que prepararse el desayuno. Nadie tiene ganas de hacer nada a esa hora de la mañana, y menos de perder quince minutos para hacer unas tostadas que se te terminan quemando mientras te hacías el nudo de la corbata. Pero tener el desayuno hecho es un placer celestial. Mas aún cuando consta de diversas bebidas y comestibles, y en cantidades abundantes.
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Y si un buen desayuno se acompaña con la lectura del diario, entonces uno está en el paraíso. Pero claro, algo tenía que fallar. Busqué Clarín pero no estaba. Comencé a malhumorarme al ver que tampoco estaba La Nación. Pensar en encontrar Página 12 era casi una utopía a esa altura. Estos desgraciados solo tenían los diarios locales. Y claro, razoné después, si viven a diez millones de kilómetros de la civilización. El diario les debe llegar como al medio día. Y no se imaginan lo que eran los diarios de allá. De que iban a hablar si en ese pueblo polvoriento no pasa nada, salvo el viento. Las tapas contenían noticias del tipo “Los bomberos asisten a un gato que sube a un árbol y después no sabe bajar” o “Ayer por la tarde un automovilista dejó el vehiculo mal estacionado en Av. Roca. Le habrían labrado una infracción”. Un embole total. Por suerte, al segundo día descubrí que los tipos no eran tan desgraciados como yo pensaba, y tenían wi-fi.
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Y como frutilla de postre, y cortesía de Austral Líneas Aéreas, para la vuelta a Buenos Aires me tocó un asiento que estaba roto y no se reclinaba. Y la reputístima madre que los re mil parió.
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martes, 7 de octubre de 2008

Sur

Obligaciones laborales me tienen desde ayer por la mañana en Río Gallegos. Hace unos minutos descubrí que tengo wi-fi en el hotel en que me hospedo lo cual es muy bueno porque me va a ayudar a matar las tardes de aburrimiento. De todas formas las tarde no duran mucho porque estamos trabajando casi hasta las 8 de la noche.
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Hasta ahora no tengo acceso a internet en el Banco donde estoy laburando y por eso estuve ausente (bueno, y también porque no se me ocurría nada que escribir). Pero ahora que vuelvo a estar conectado y tengo mucho tiempo al pedo volveré con todo.
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No me extrañen.
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miércoles, 1 de octubre de 2008

Los últimos serán los primeros

Yo ya no se que hacer para frenar esta hola de pelotudeces que se van poniendo de moda. Creo que voy a tener que abrir una "Etiqueta" con estos temas porque me estoy poniendo repetitivo con el asunto.
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El tema de hoy es esa boludez de cantar "pri" cuando uno firma primero un blog. ¿Qué es esa peloudez? ¿De donde salió? ¿A que mente perturbada se le habrá ocurrido? ¿Por qué ahora todos lo hacen?
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Gente, por favor, paremos con esto. Si seguimos por esta senda, en un tiempo vamos a estar poniendo un "pasate, effeame", despues van a venir los chupines y antes de que nos demos cuenta vamos a estar bailando en las escaleras del Abasto.
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Por favor, que los bloggers somos gente seria ...
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