Impedir que las personas que te rodean en el transporte público ojeen el diario que compraste y estás leyendo, es de una persona miserable y que merece el desprecio de la sociedad toda.
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Pero que te corras e intentes por todos los medios que la persona a tu lado no pueda espiarte el dario "La Razón" que acabás de recibir gratuitamente es de una bajeza sin igual y requiere un correctivo sin contemplaciones que te haga ver el hijo de una gran puta recogida por un conteiner de burros en celo en el que te has convertido.
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