De usuarios y contraseñas

Esto se hace muy complicado. Nuestra vida moderna nos exige establecer miles de contraseñas. Estos miles de millones de dígitos que pensamos recordables hasta el momento de recordar cual usamos en esta página y cual en las treinta y siete restantes, nos hacen indignar.


Entonces un día dije: ¡que buena estrategia! Un plan que yo solo inventé y el que creo es el mecanismo que llevará a los seres humanos a dejar de preocuparse por las claves: usar siempre la misma, junto al mismo usuario, claro.


Esto puede traer daños colaterales como que si alguien adivina tu clave de esta página también lo hará de la tarjeta de débito, la de crédito, el club de leones, greenpeace, y del tan temido y lleno de secretos portal de correos, hotmail.

Una vez pasada esta etapa, viene la confirmación de clave y la pregunta secreta que no es más que otra cosa más que uno debe recordar. Primero hay que acordarse de qué pregunta elegiste, si la mascota de la infancia, el club de tus amores, el nombre de tu hermano o el color de calzones que llevabas puesto aquella vez.


Y después, según el ánimo que tengas, depende la respuesta. Hoy tu color favorito puede ser el caoba como ayer podría haberlo sido el naranja. Tu mascota podría ser Manuelita, tu tortuga que murió tras comerse una goma de borrar o Quique aquel perro fiel que murió aplastado por un bondi.


Y a veces los boludos que diseñan estas cosas te hacen enojar todavía más, con consignas como “escoja una pregunta que lo haga recordar su clave al momento que se la olvide”. Grandioso, excelente, sublime ...


Que pelotudez que nos invade por dios.