Les dejo para que disfruten una serie de reflexiones, ideas, conclusiones, quejas y demás, que me ha dejado mi estadio en el sur.
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De movida el viaje arrancó mal. Cuando llegué a Ezeiza (por cierto, me podrían haber sacado un vuelo que saliera de Aeroparque) fui al baño y se me rompió el cierre del pantalón. Una boludez pensaran ustedes, pero fue mas complicado de lo que parecía. Había que cambiarlo y yo, obviamente, no sabía como hacerlo ni contaban con los elementos necesarios. Busqué un lugar donde cambiaran, cosa que no tardo mucho porque los negocios no abarcan más que tres cuadras. El problema es que los tipos abrían más tarde de lo que yo entraba a trabajar y cerraban más temprano. Para colmo, cerraban al medio día para almorzar, y no una horita, sino bastante más. Como consecuencia de esto, me tuve que arreglar con un solo traje los cuatro días. El problema sobrevino porque algunas de las camisas y corbatas disponibles no combinaban con el traje negro. Así que hubo que repetir alguna camisa y/o corbata para salir del paso.
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Y para seguir en racha, el vuelo salió con demora. Aunque teniendo en cuenta que fuimos por Aerolíneas y teniendo en cuenta los antecedentes recientes, tenemos que dar gracias de que haya salido. Y no fue demasiado, unos treinta minutos, pero con el sueño que yo tenía producto de haberme levantado a las dos de la mañana y el malhumor por el cierre roto, por un momento me sentí Tom Hanks en la película esa en la cual quedaba varado en el aeropuerto y de la cual no logro recordar el nombre. Para colmo, el boludo que se me sentó al lado en el avión jamás se quedó quieto, y me pateó como catorce veces en todo el vuelo.
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Y que decirles de la ciudad (bah, pueblito, pero a ellos les gusta decir ciudad). Río Gallegos es una ciudad horrible. Y cuando digo horrible, sepan que exagero. No tiene absolutamente nada a favor. El paisaje no dice nada, la ciudad menos. Hasta el riacho que tienen ahí y el paseo costero que hicieron es feo. Digan que por ahí hay bastante petróleo, sino tranquilamente se la tendríamos que dejar a los chilenos, que pobres, se están hundiendo en el pacífico.
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Y hablando de petróleo, el oro negro y los empleos que este genera, es lo que marca el pulso por aquellas latitudes. Y los precios de los comercios van atados a los sueldos de los petroleros. Los que labura en la industria petrolera y sus derivados ganan muy bien según dicen todos por allá. Y el que, se caga de hambre. Lo caro que está todo por dios. Menos mal que me pagaba todo el estudio porque sino creo que hubiese tenido que cenar día por medio.
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Y así como vengo, atando tema con tema, la cena es otro punto crucial en este viaje. Resulta que por el convenio entre el banco y el estudio, una de las dos comidas debía ser en el hotel. Y la comida no era mala, pero lo que demoraban. Y no me vengan con que en el interior hay otro ritmo de vida y todo eso. No pueden tardar quince minutos para traerte la carta, otros quince para tomarte el pedido y cuarenta y cinco para traerte la comida. Una locura. Al final pasaba más tiempo del día en el restaurante que en el banco.
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Y hablando del hotel, la habitación también tenía sus perlitas. Para comenzar, el lavatorio estaba afuera del baño, cosa que había visto bastante en telos pero poco en hoteles (¿será porque fui mas telos que a hoteles?). La cuestión es práctica a veces porque uno puede usar el lavatorio o el espejo mientras el baño está ocupado, pero esto no tenía demasiado sentido siendo que se trataba de una habitación individual. Pero lo que no tarde mucho en descubrir era que no siempre había sido individual, sino que escondía un pasado como habitación doble, cuando al intentar prender las lámparas que hacían las veces de velador, noté que la tecla estaba como a un metro de mi cama y había otra, a igual distancia, al otro lado.
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Pero no todo era malo en el hotel. Amé el desayuno. No hay nada más dañino para el estado anímico de una persona que tener que prepararse el desayuno. Nadie tiene ganas de hacer nada a esa hora de la mañana, y menos de perder quince minutos para hacer unas tostadas que se te terminan quemando mientras te hacías el nudo de la corbata. Pero tener el desayuno hecho es un placer celestial. Mas aún cuando consta de diversas bebidas y comestibles, y en cantidades abundantes.
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Y si un buen desayuno se acompaña con la lectura del diario, entonces uno está en el paraíso. Pero claro, algo tenía que fallar. Busqué Clarín pero no estaba. Comencé a malhumorarme al ver que tampoco estaba La Nación. Pensar en encontrar Página 12 era casi una utopía a esa altura. Estos desgraciados solo tenían los diarios locales. Y claro, razoné después, si viven a diez millones de kilómetros de la civilización. El diario les debe llegar como al medio día. Y no se imaginan lo que eran los diarios de allá. De que iban a hablar si en ese pueblo polvoriento no pasa nada, salvo el viento. Las tapas contenían noticias del tipo “Los bomberos asisten a un gato que sube a un árbol y después no sabe bajar” o “Ayer por la tarde un automovilista dejó el vehiculo mal estacionado en Av. Roca. Le habrían labrado una infracción”. Un embole total. Por suerte, al segundo día descubrí que los tipos no eran tan desgraciados como yo pensaba, y tenían wi-fi.
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Y como frutilla de postre, y cortesía de Austral Líneas Aéreas, para la vuelta a Buenos Aires me tocó un asiento que estaba roto y no se reclinaba. Y la reputístima madre que los re mil parió.
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De movida el viaje arrancó mal. Cuando llegué a Ezeiza (por cierto, me podrían haber sacado un vuelo que saliera de Aeroparque) fui al baño y se me rompió el cierre del pantalón. Una boludez pensaran ustedes, pero fue mas complicado de lo que parecía. Había que cambiarlo y yo, obviamente, no sabía como hacerlo ni contaban con los elementos necesarios. Busqué un lugar donde cambiaran, cosa que no tardo mucho porque los negocios no abarcan más que tres cuadras. El problema es que los tipos abrían más tarde de lo que yo entraba a trabajar y cerraban más temprano. Para colmo, cerraban al medio día para almorzar, y no una horita, sino bastante más. Como consecuencia de esto, me tuve que arreglar con un solo traje los cuatro días. El problema sobrevino porque algunas de las camisas y corbatas disponibles no combinaban con el traje negro. Así que hubo que repetir alguna camisa y/o corbata para salir del paso.
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Y para seguir en racha, el vuelo salió con demora. Aunque teniendo en cuenta que fuimos por Aerolíneas y teniendo en cuenta los antecedentes recientes, tenemos que dar gracias de que haya salido. Y no fue demasiado, unos treinta minutos, pero con el sueño que yo tenía producto de haberme levantado a las dos de la mañana y el malhumor por el cierre roto, por un momento me sentí Tom Hanks en la película esa en la cual quedaba varado en el aeropuerto y de la cual no logro recordar el nombre. Para colmo, el boludo que se me sentó al lado en el avión jamás se quedó quieto, y me pateó como catorce veces en todo el vuelo.
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Y que decirles de la ciudad (bah, pueblito, pero a ellos les gusta decir ciudad). Río Gallegos es una ciudad horrible. Y cuando digo horrible, sepan que exagero. No tiene absolutamente nada a favor. El paisaje no dice nada, la ciudad menos. Hasta el riacho que tienen ahí y el paseo costero que hicieron es feo. Digan que por ahí hay bastante petróleo, sino tranquilamente se la tendríamos que dejar a los chilenos, que pobres, se están hundiendo en el pacífico.
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Y hablando de petróleo, el oro negro y los empleos que este genera, es lo que marca el pulso por aquellas latitudes. Y los precios de los comercios van atados a los sueldos de los petroleros. Los que labura en la industria petrolera y sus derivados ganan muy bien según dicen todos por allá. Y el que, se caga de hambre. Lo caro que está todo por dios. Menos mal que me pagaba todo el estudio porque sino creo que hubiese tenido que cenar día por medio.
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Y así como vengo, atando tema con tema, la cena es otro punto crucial en este viaje. Resulta que por el convenio entre el banco y el estudio, una de las dos comidas debía ser en el hotel. Y la comida no era mala, pero lo que demoraban. Y no me vengan con que en el interior hay otro ritmo de vida y todo eso. No pueden tardar quince minutos para traerte la carta, otros quince para tomarte el pedido y cuarenta y cinco para traerte la comida. Una locura. Al final pasaba más tiempo del día en el restaurante que en el banco.
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Y hablando del hotel, la habitación también tenía sus perlitas. Para comenzar, el lavatorio estaba afuera del baño, cosa que había visto bastante en telos pero poco en hoteles (¿será porque fui mas telos que a hoteles?). La cuestión es práctica a veces porque uno puede usar el lavatorio o el espejo mientras el baño está ocupado, pero esto no tenía demasiado sentido siendo que se trataba de una habitación individual. Pero lo que no tarde mucho en descubrir era que no siempre había sido individual, sino que escondía un pasado como habitación doble, cuando al intentar prender las lámparas que hacían las veces de velador, noté que la tecla estaba como a un metro de mi cama y había otra, a igual distancia, al otro lado.
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Pero no todo era malo en el hotel. Amé el desayuno. No hay nada más dañino para el estado anímico de una persona que tener que prepararse el desayuno. Nadie tiene ganas de hacer nada a esa hora de la mañana, y menos de perder quince minutos para hacer unas tostadas que se te terminan quemando mientras te hacías el nudo de la corbata. Pero tener el desayuno hecho es un placer celestial. Mas aún cuando consta de diversas bebidas y comestibles, y en cantidades abundantes.
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Y si un buen desayuno se acompaña con la lectura del diario, entonces uno está en el paraíso. Pero claro, algo tenía que fallar. Busqué Clarín pero no estaba. Comencé a malhumorarme al ver que tampoco estaba La Nación. Pensar en encontrar Página 12 era casi una utopía a esa altura. Estos desgraciados solo tenían los diarios locales. Y claro, razoné después, si viven a diez millones de kilómetros de la civilización. El diario les debe llegar como al medio día. Y no se imaginan lo que eran los diarios de allá. De que iban a hablar si en ese pueblo polvoriento no pasa nada, salvo el viento. Las tapas contenían noticias del tipo “Los bomberos asisten a un gato que sube a un árbol y después no sabe bajar” o “Ayer por la tarde un automovilista dejó el vehiculo mal estacionado en Av. Roca. Le habrían labrado una infracción”. Un embole total. Por suerte, al segundo día descubrí que los tipos no eran tan desgraciados como yo pensaba, y tenían wi-fi.
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Y como frutilla de postre, y cortesía de Austral Líneas Aéreas, para la vuelta a Buenos Aires me tocó un asiento que estaba roto y no se reclinaba. Y la reputístima madre que los re mil parió.
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21 comentarios:
En agosto un compañero viajo por trabajo unos días y vino con tu misma impresion del lugar. Solo que no me hizo reir como lo que acabo de leer, ni se le rompio el cierre.
No es lo que se dice un lugar turistico, creo, y el diario les llega en el primer vuelo del dìa, lo recuerdo de cuando estuve en bariloche y lo tenia recien despues del mediodia ...
No será que te ubicaron justo en la salida de emergencia ? esos asientos no se reclinan. Creo que peor es el que te pateo a la ida ...
Cuando vi el título del post, pensé en fotos. Pero claro, que m. vas a sacar ahí.
Yo lo hubiese titulado : Desventuras de un contador en tierras sureñas. Lo peor es lo del cierre. Suerte que ya estás acá.
Saludos
eso de estar más en un restaurante que en el banco...hay gente que estaría agradecida de que sea así...
El resto...me convenciste, no pienso visitar río gallegos!
Welcome back!
Llegué por el título buscando postales...
Te cuento que tengo gente querida allí y lo veo hermoso porque "ellos" están allí. Es el único motivo.
Suerte que hay internet!!!
Jimena: Obviamente no es un lugar turístico, si es horrible. Y ahora que lo decis, recuerdo que mientras despachaba mi valija para ir hacia Gallegos había unos paquetes con el logo de Clarín, que seguro eran los diarios del día y llegaron junto conmigo, como a las once de la mañana.
Luna: El título por usted sugerido no es malo, pero si un poco largo. Lo bueno es que estoy acá, lo malo que el martes vuelvo a irme para allá.
Zeb: Está bueno estar en el restaurtante pero si estás comiendo, no si estás mirando pasar platos de comida con un hambre que te permitiria deglutir un elefante sin tomarte un vaso de agua.
Alicia: Bienvenida por acá. Esto es solo humor (aunque a muchos no les cause gracia), espero no te hayas enojado.
en qeu estudio trabajas melli?
maileame si queres..
beso
qué hacés megli, pasaba a saludar nomás
lo importante es que hayas vuelto sano y salvo de un lugar tan inhóspito
deciles que la próxima te manden al caribe que ahí está lindo el clima siempre
Die: es de un post anterior pero leí "binchita" y me dolió un poco el estómago.
Gorro,vandera y bincha??? ja
Abrazo, Nacho.
Che, la pasaste bien?? :P
"El optimista es una parte de la respuesta. El pesimista es siempre una
parte del problema..."
Postales de Río Gallegos (Santa Cruz, Patagonia Argentina).
http://www.welcomeargentina.com/riogallegos/fotografias.html
Jajjajajajaja me encantó la crónica!!!
Y lo del desayuno es cierto: nadie se resiste a un desayunito preparado por otro!!!
Saludos!
sory pero me voy a reir
jajajajaja
yo vivi en ushuaia14 años. si será una postal pero no se puede vivir así y gallegos... es lo peor. todas las desventajas del sur sin ninguna ventaja. menos mal que vos fuiste por una semana nada mas.
Lulis: Después te mando mail porque no quiero poner el nombre acá. No sea cosa que alguien buscando algo del estudio caiga en el blog porque no estaría muy bueno.
Horacio: No estaría mal ir al caribe. En un época se hizo un laburo en Honduras, asi que quien te dice que alguna vez me toca.
Nacho: Aprendé a ponerle tu nombre al comentario y después bardeame.
Pau: Laburando casi 11 horas al dia no la hubiese pasado bien ni estando en el mejor lugar del mundo.
Alberto: El pesimismo es parte de mi, no puedo sacarlo.
Eme: Obvio que nadie puede resistirlo, aunque me vendría bien poder hacerlo porque mi peso sigue subiendo.
Pumpkins: Riase, que asi al menos mi sufrimiento sirve para algo bueno.
Angie: Coincido a pleno. Hace frio, hay viento, todo mal y ni siquiera un buen paisaje.
Nuestra ciudad no sera muy linda, el clima es un asco, el costo de vida es carisimo, pero aca no nos roban ni nos matan por 10 mangos y tampoco t violan. Seguro que vos sos una victima de algun violador trolo d m...
hola Melli, la verdad que entre a este blog sin querer y leyendo lo que escribiste no puedo creer que sean tan hdp hablando asi de mi ciudad, no sera la mas linda de Argentina, ni tendremos el mejor clima, pero aca no nos cagamos de hambre como vos alla, que seguramente tendras que laburar como negro para tener lo q tenes que no debe ser mucho, vos tendras mucho titulo pero de cultura no entendes nada. ojala esto llegue a manos de las personas que te envian por estos lados, mal agardecido de mierda. la verdad que gente como vos es la que tratamos que no venga aca nunca. quedate alla muerto de hambre!
Che yo vivi mas de 5 años ahi y no, no te voy a bardear como estos locos de arriba, pero... Depsues de leer tu post, jajajaja, tenes razon man, pero igual extraño vivir en esas zonas.
Oh, la nostalgia, oh
yo vivo en la ciudad, no sera una gran ciudad ni hay muchas cosas para haser, pero aca estamos muchos mas tranqilos que en las grandes ciudades, mucha gente viene a vivir aca porq hay mejor condiciones, si vos sos un gil que piensa que todo va por lo material estas un poco equibokado, i si tan orrible es este "pueblito" no vengas, o tu jefe te dice anda, i venis corriendo? gil-
sí no te gusta no vengas más, y tampoco critiques, que poca vida que tenés que tenés que bardear a una ciudad para sentirte bien. Sí tú trabajo no te tiene bien en cuenta y no te quieren pagar un mejor hotel, no es la culpa de gallegos. Y sí a vos tampoco te da el cuero para pagarte algo no te quejes parásito de miérda, nadie quiere gente como vos acá, así que dedicate a cerrar la boca no más. Stephany aldridge
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